¿Sabes qué tipo de piel tienes?
En este post te ayudo a identificar qué tipo de piel tienes para elevar a otro nivel los cuidados que has de darle.
Así que, ¡sigue leyendo!
A menudo llegan a cabina muchas pacientes con ideas preconcebidas y erróneas sobre su tipo de piel. Esto conlleva, en ocasiones, un abordaje desacertado con los productos de nuestra rutina diaria en casa. ¿Te ha pasado alguna vez que aplicas un cosmético porque tienes la piel seca y comienzan a salirte granitos, brillos e impurezas? Pues sigue leyendo porque te explico la razón…
Por lo general, suelen confundirse signos con características específicas de cada tipo.
Comenzemos por identificar los tipos de piel clasificados: normal (equilibrada), grasas, alípicas o secas y sensibles. Estos tipos vienen definidos desde que nacemos por nuestra genética, pero ¡OJO!… pueden ir presentando cambios a medida que envejecemos y/o por nuestro estilo de vida.
No existe un método objetivo estándar para clasificar la piel del rostro. La piel cambia de estado continuamente por millones de motivos.
Son aquellas que tienen mayor cantidad de glándulas sebáceas maduras y por lo tanto generan una mayor cantidad de lípidos. La expresión de los genes que activan los sebocitos (células de la glándula sebácea) vienen marcadas mayormente desde la etapa embrionaria, pero también se ven condicionadas por factores externos a lo largo de nuestra vida, por ejemplo: la alimentación o las alteraciones hormonales como la pubertad.
Son las pieles que, en contraposición de las pieles grasas, no producen los suficientes lípidos para que haya una correcta funcionalidad en el tejido. Recuerda que los lípidos son necesarios por diversos motivos: como barrera para evitar la deshidratación del agua, como protección frente a agentes externos dañinos, como medio intracelular, funciones estructurales y muchos más. Nuevamente, también la edad, las hormonas o factores externos como los climatológicos pueden afectar en este aspecto. Estas pieles son las mal llamadas «secas».
La pieles sensibles Vs las resistentes, se definen en la epidermis y en su estrato córneo. En esta capa de piel se disponen muchos de los elementos que forman parte del sistema inmune epitelial: queratinocitos, melanocitos, células de Langerhans y células de Merkel, además del microbioma. Quienes por genética, disponen de un estrato córneo fuerte, tienen un sistema de protección que evita la penetración de alérgenos y otras sustancias irritantes; por lo que rara vez desarrollan erupciones, picores u otros signos desagradables. Por supuesto, como en los casos anteriores, factores internos y externos pueden hacer variar estos indicadores. Desde luego, una piel sensible puede evolucionar hacia una piel resistente, y viceversa.
¡Las pieles perfectas! Bueno, realmente son aquellas que en un principio, no manifiestan ninguno de los tipos anteriores…
Ahora, hablemos de los signos. Un signo es la manifestación visible de un hecho:
Y estos signos pueden manifestarse en cualquier tipo de piel. Pueden existir:
Y así un sinfín de combinaciones donde se hace difícil diagnosticar cuál es el verdadero problema a tratar de nuestra piel y por dónde empezar… además, de confundirnos. Por ejemplo, si tenemos la piel grasa y deshidratada y empezamos a aplicar cosméticos específicos para pieles secas, estaremos aportando a nuestra piel un extra de lípidos que no necesita y eso se convierte en una piel asfixiada con desagradables brillos y granitos.
Sin embargo, después de hablar de los diferentes tipos de piel, hay que añadir que no existe un método objetivo estándar para clasificar la piel del rostro. La piel cambia de estado continuamente por millones de motivos, como procesos hormonales, anímicos, alimentarios, etc. Es por eso que se hace necesario acudir a un profesional con experiencia que nos asesore correctamente sobre las necesidades que hemos de cubrir en nuestra piel.
Así que en este post te ayudo a identificar cómo es la tuya. Pero recuerda, estos son sólo algunos signos que se pueden manifestar:
Poros abiertos, brillos, exceso de sudoración, impurezas, espinillas, comedones.
No te saltes nunca la limpieza, sobre todo por la noche, y siempre hazlo con un producto que no sea astringente. Utiliza tensioactivos más nobles con la piel, como los derivados del coco.
Descamación, aspereza, tirantez, picor. La piel presenta un aspecto cuarteado, con arrugas muy finas que aparecen al pellizcar ligeramente el tejido.
3 productos imprescindibles: tónico, sérum de hialurónico y crema hidratante. Cada uno hace una función distinta e irremplazable, no prescindas de ninguno.
Descamación, rojeces, capilaridad, respuesta inflamatoria, prurito.
Hay que reforzar la barrera de protección de la piel, bien a nivel de lípidos, de agua o de microbioma. Acude a un profesional que te ayude.
Falta de luminosidad, desvitalizada, opaca, manchas y léntigos, arrugas, flacidez.
En estos casos la prevención se pone en un primer plano para no llegar a manifestar estos signos. Pero una vez llegados, por lo general las mejores opciones son las aparatologías (como la radiofrecuencia y la luz pulsada) y los tratamientos médico-estéticos. Acude a un profesional que te asesore sobre cuál es la mejor opción para ti.
¿Has identificado cómo es tu piel? ¡Pues ya has dado el primer paso para conseguir la rutina de cuidados perfecta!
Lve
VB